La escritora y filóloga cruceña Claudia Vaca presentó los resultados de su investigación sobre políticas públicas de lectura, pedagogías y desafíos de los lectores, los profesores, libreros y bibliotecarios en el siglo XXI

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2 de marzo de 2019, 4:00 AM
2 de marzo de 2019, 4:00 AM

Escritora, profesora de Lengua y Literatura y licenciada en Filología Hispánica (Uagrm) Claudia Vaca (1984) elaboró la investigación Ethos Lector: Lectores y Bibliotecas en Bolivia, contrapuntos con Latinoamérica, a partir de su tesis para la maestría en Ciencias Socioculturales de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, como becaria de la Fundación Adveniat de Alemania. Vaca presentó este trabajo en Santa Cruz y en Cochabamba.

En tu trabajo afirmas que leer es un acto poético y político, ¿en que se basa tu hipótesis? Esta fue la hipótesis inicial, desde la cual se desplegó toda la investigación. Articulé lecturas de pedagogía, sociología, ciencia política y filosofía política, así como semiótica. Especialmente, me baso en los postulados filosóficos de La Poética de Aristóteles, pasando luego por los aportes de Riccoeur en su obra Del texto a la acción y en El grado cero de la escritura de Barthes. Desde allí establezco una intertextualidad con los aportes de la filosofía política del mismo Aristóteles, pasando por Bobbio, y los aportes de Amartya Sen respecto a la Agencia política ciudadana desde la cultura y la educación, junto a los de Jesús Martín Barbero, Fernando Calderón, Manuel Castell, todos estudiosos de la palabra, la información, en la era informacional y recuperación de la democracia. Luego traslado sus estudios al ámbito de las bibliotecas y el comportamiento de los lectores, para diseñar una posible metodología que permita conocer el Ethos Lector de los bolivianos y realizo contrapuntos con cinco países de Latinoamérica. Esto es solo muestra para experimentar una metodología de diagnóstico de sociología de la lectura a nivel de políticas públicas y de pedagogías de la lectura, la cual podría aplicarse en otras ciudades y pueblos de Bolivia.

La muestra se concentra en Santa Cruz de la Sierra y su red de bibliotecas municipales. El eje de la metodología es el relato sociohistórico barrial, que permite armar una macroestructura y microestructura de los actores que intervienen en la construcción del Ethos Lector y tener un relato de breve historia de la lectura en cada ciudad. Seguidamente, desde la técnica corpus se establece un ejercicio de estadística lexicográfica y bibliográfica predominante en cada biblioteca (a partir de entrevistas y dos grupos focales, de registro del trabajo sistematizado de una década de talleres de lectura que realicé), lo cual resulta en una malla de tipología de bibliotecas, donde se identifican logros y retos. El Ethos expresa la conducta, y también los aspectos epistemológicos, las concepciones que se tienen respecto a un determinado tema, en este caso al lector (el sujeto articulador entre el libro y la lectura).

Este ethos es descrito desde lo macro: sus instituciones, las políticas públicas culturales y educativas, el índice de desarrollo humano de Bolivia, dado que el indicador alfabetización, que no alcanza para definir si hay o no lectores, es por ahora el que genera algunos datos para acercarnos cuantitativamente a esta realidad a nivel estructural.

¿A qué atribuyes que, a nivel de políticas públicas, Bolivia no tenga un plan nacional de lectura?

Primero que nada, decir por qué es relevante un plan nacional de lectura. Porque éste es el que, a nivel de Iberoamérica, en estándares y estadística educativa en educación pública permite responder a una de las responsabilidades fundamentales de la educación básica, secundaria y universitaria: formar a los estudiantes en habilidades comunicativas, pues son herramientas esenciales para el acceso al conocimiento, para el procesamiento de la información y el ejercicio pleno de la democracia. El Ministerio de Educación no lo ha priorizado, esta tarea la quiso hacer la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia. No es su competencia, tampoco la es del Ministerio de Culturas y Turismo. En Bolivia culturas es turismo, no así educación, esa es una lógica que mucho no nos beneficia, porque tiene un enfoque capitalista, de volver mercancía lo cultural, el folclore, lo étnico se vuelve turismo, vende, la cultura se vende, no se prioriza como un proyecto de fortalecimiento educativo, cultural, investigativo, etnográfico, etnolinguistico, literario, en investigaciones sostenibles, financiadas, etc. Hay iniciativas, avances, desde los concursos del Centro de Investigaciones Sociales, sin embargo es un esfuerzo desarticulado del Ministerio de Educación. El ministerio se he enfocado en aplicar la ley de adoctrinamiento político del magisterio y de los estudiantes, no se priorizan las competencias textuales en el proceso de lectura (ni siquiera las conocen). Patricia Alandia y María Pía Franco elaboraron un material de competencias textuales para universitarios que bien podrían resolver los problemas del nivel secundario y replantear la currícula de la enseñanza de lengua y literatura en este nivel. Por otro lado, el Juancito Pinto es un bono de transferencia condicionada, que se limita a la escolarización de los niños bolivianos, para aumentar la estadística de la niñez escolarizada, y mejorar en cierta medida la extrema precariedad en la cual viven familias en las zonas rurales. Es cierto que aumentó la escolarización de niños en colegios rurales; sin embargo, un programa de escolarización no es un programa de educación de calidad (escolarización no es educación, así como alfabetización no es lectura).

¿Qué nivel de avance se puede encontrar en los países vecinos?

Han priorizado los niveles macroestructurales del Ethos lector, tienen una administración pública más actualizada a nivel de presupuestos, y también su personal está más actualizado, porque estos presupuestos les permiten actualizarse, participar de los congresos, conocer experiencias de otros colegas, mostrar las suyas, etc. En Bolivia, los bibliotecarios y profesores realizan hazañas en sus espacios, requieren herramientas para sistematizarlas, registrarlas, y ventanas que los visibilicen, esto es parte de formar lectores, de poner en agenda mediática, pública lo que está pasando en las bibliotecas, en los colegios en torno a la lectura. Hacen falta también programas de televisión que promuevan la lectura de libros, que conversen sobre ciertas obras, que reseñen desde una perspectiva intertextual las obras literarias, de arte en general. Esto es parte también de una agenda pública y mediática, que permita posicionar en la agenda la mentalidad ciudadana del hábito y goce por la lectura en todos sus niveles y formatos: digital, cinematográfico, impreso, etc. Y de esta manera volverlo parte de la agenda pública.

Uno de los aspectos que te interesan es superar la lógica de la alfabetización, ¿cómo se puede lograr esto?

El primer paso es romper con los mitos que hay en torno a la lectura, deconstruir la concepción actual de leer, recuperar el sentido original de legere: elegir, seleccionar, buscar. Como bien dice Jéssica Freudenthal, colega con quien fundamos el CoLEEctivo: “El lector es un eLector”. No se necesita estar alfabetizado en un código, para poder leer, la lectura no muere ni nace con la alfabetización, esta es hoy por hoy parte de la demagogia de muchos gobiernos que se jactan de grandes campañas alfabetizadoras, donde enseñan a leer y escribir en un alfabeto determinado a sus habitantes, les imponen un idioma ajeno a su propia lengua materna, contradiciéndose en sus propios principios de interculturalidad e intraculturalidad, les exigen que comprendan el texto de determinada forma, inducen la comprensión de tal o cual párrafo.

Está mal la libertad de interpretación o interpelación del texto entregado, es decir, la lógica de la alfabetización es parte de un sistema educativo y de gobierno, de modo de hacer política, autoritario, conductista, que cohíbe, decapita, limita las habilidades interpretativas, creativas, la libertad interior misma del texto y su autor, del lector como habitante del territorio llamado libro, un habitante cargado de significados y signos propios, de un bagaje cultural, historia socioafectiva que lee en su propia búsqueda como individuo. Y esa búsqueda es su potencial para afianzarse en la cultura escrita y de la lectura de la palabra, de la imagen, del cine, en el entendimiento pleno de un libro sobre política, filosofía, poesía, ciencia, física, etc.

En mi planteamiento de superar la alfabetización al momento de ser un mediador de lectura, un profesor de literatura, historia, ciencia o un familiar que quiere que su pequeño, adolescente lea, hay que abordar el cine de grandes obras, leer los diálogos con ellos, reflexionarlos, interpelarlos, interpretarlos, cuestionarlos, irse luego al libro impreso, buscar allí los diálogos, ejercitar el pensamiento reflexivo, crítico, etc.

En este sentido, la escuela ha dejado de ser el único lugar de legitimación del saber, pues hay una multiplicidad de saberes que circulan por otros canales y no le piden permiso a la escuela para expandirse socialmente. Esta diversificación y difusión del saber, por fuera de la escuela, es uno de los retos más fuertes que el mundo de la comunicación le plantea al sistema educativo. Frente al maestro que sabe recitar muy bien su lección hoy se sienta un alumno que por ósmosis con el medioambiente comunicativo se halla ‘empapado’ de otros lenguajes, saberes y escrituras que circulan por la sociedad. Saberes-mosaico, como los ha llamado Barbero, por estar hechos de trozos, de fragmentos, que, sin embargo, no impiden a los jóvenes tener con frecuencia un conocimiento más actualizado en física o en geografía que su propio maestro, lo cual está acarreando en la escuela no una apertura a esos nuevos saberes sino un fortalecimiento del autoritarismo, como reacción a la pérdida de autoridad que sufre el maestro, y la descalificación de los jóvenes como cada día más frívolos e irrespetuosos con el sistema del saber escolar. La escuela y enseñanza de lectura deben transformar su modelo (y su praxis) de comunicación, esto es que haga posible el tránsito de un modelo central.

La escuela y enseñanza de lectura deben transformar su modelo (y su praxis) de comunicación, esto es que haga posible el tránsito de un modelo centrado en la secuencia lineal - que encadena grados, edades y paquetes de conocimiento- a otro descentrado y plural, cuya clave es el ‘encuentro’ del palimpsesto y el hipertexto.

Cualquiera sea el camino, para responder a las preguntas que se abren, y las que iniciaron esta investigación, insisto: para que este y otros espacios, tiempos de la vida, sean representables, habitables, para que podamos inscribirnos en él, es imprescindible, no perder la capacidad de generar imágenes; los genes del ser humano están ahí en las “imá-genes” (juego de palabras) que es capaz de generar cuando crea-fabrica, en este acto de poiesis propia de su desarrollo humano, propia de su ser humano.

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