El Foro de Escritores Bolivianos del Centro Simón I. Patiño de Cochabamba se dedicó por primera vez a la poesía. En sus ponencias, los autores invitados lanzaron una serie de provocaciones sobre el género

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20 de julio de 2019, 4:00 AM
20 de julio de 2019, 4:00 AM

Poética es cualquier teoría que estudia y establece las categorías que permiten comprender por qué una obra es considerada literaria. Partiendo de esta noción, esta semana se desarrolló la novena versión del Foro de Escritores Bolivianos, que concluye hoy, en el Centro Simón I. Patiño de Cochabamba.

Poéticas bolivianas fue el enfoque del encuentro, tomando en cuenta de que poética también es la decisión consciente que toma un poeta entre todas las posibilidades literarias, respecto al tema, la composición y el estilo para componer y justificar su obra.

“Fue la primera vez que realizamos uno de nuestros encuentros de escritores dedicado exclusivamente a la poesía. Desde inicio de año vinimos realizando una serie de actividades en torno a la misma, comenzamos con un taller de tres meses dirigido por Vilma Tapia, luego una exposición bibliográ- fica de premios de poesía desde 1911 hasta el 2018, una conferencia sobre ‘poética’ dictada por el filósofo Benjamín Santisteban, ahora concluimos con la realización del noveno Foro de Escritores Bolivianos”, explica Jackelinne Mejía, encargada del Centro de Literatura Boliviana del Patiño.

Entre los conferencistas invitados están autores de gran trayectoria, como Vilma Tapia, Mónica Velásquez, Gabriel Chávez, Rodolfo Ortiz y Juan Cristóbal MacLean. Esta es una de las actividades que organiza el Centro de Literatura Boliviana, que es un espacio de consulta, investigación y difusión de la literatura nacional, que además resguarda la obra de escritores bolivianos y de extranjeros cuyo trabajo está referido a Bolivia. Cuenta con más de 5.500 títulos de libros y mil revistas. Sus actividades están dirigidas a difundir la literatura nacional como talleres, cursos, los mencionados Foros de Escritores Bolivianos, el Encuentro de Escritores Iberoamericanos, homenajes a la vida y obra de escritores destacados y festivales de poesía.

Entre las actividades complementarias, ayer se llevó a cabo una Gala Poética en la que participaron poetas mayores de la literatura boliviana, como Édgar Ávila Echazú, Julio Barriga, Matilde Casazola, Gary Daher, Blanca Garnica, Humberto Quino, Antonio Terán Cabero, Coco Manto que fue leído por su hijo Pablo Mansilla y Nicó- medes Suárez, cuya lectura de estuvo a cargo de Juan Murillo.

Los temas

Los escritores Vilma Tapia y Gabriel Chávez Casazola fueron los primeros en abrir la gala, la noche del miércoles, con un conversatorio sobre la poesía nacional. Tapia, autora de los poemarios Luciérnaga del fondo, El agua más cercana y Árbol, Memoria y anunciación, habló sobre la obra de Humberto Quino, uno de los poetas homenajeados. Tapia afirma que la propuesta ético-estética de Quino podría llamarse una poética del despojo. “A lo largo de la poesía de Humberto Quino recorremos con él bordes difíciles, en ellos insiste en la interrogación por el cuerpo, sexuado en añadidura”, explica la poeta paceña.

“La ciudad de Humberto Quino es la La Paz de los márgenes, de los extramuros, que, no obstante, su ubicación periférica, son sustancia de las construcciones sociales, es su consistencia la que da cuenta de lo que en realidad se ha construido. La ciudad, entonces, es el lugar del que ni siquiera es necesario abdicar, pues está derrumbándose de manera continua en la voz del poeta”, añade Tapia.

Por su parte, Gabriel Chávez resalta la voz de Eduardo Mitre, el poeta, ensayista, crítico y traductor literario orureño, que, de acuerdo con la visión de Chávez, “abrió una ventana por donde entraron luz y una bocanada de aire fresco a la poesía boliviana en un momento en que, a pesar de su rica tradición y pasados intercambios con otras poéticas, se encontraba insularizada, como replegada en sí misma, con unas pocas voces tan singulares cuanto poderosas y con muchos autores anclados en el marginalismo”. Juan Cristóbal Mc Lean planteó una serie de cuestionamientos a partir de los conceptos de poética y paisaje.

En ellos se refirió a las poéticas de autores de nacionalidad boliviana y se refirió a dos especificidades, cuyos alcances estarían por determinarse.

La primera de ella viene sugerida por la misma palabra poeta, suponiendo que cada poeta es fundador de una poética determinada. La segunda cuestión es la boliviana, en la que ahondó en las reflexiones sobre la poética del paisaje. “Poética boliviana se refiere a la poética de algún autor boliviano concreto, pero, ¿se puede acercar las palabras poética y bolivianidad? ¿No se repelen más bien? ¿Cuáles son las condiciones para que ambas palabras se lleven bien? ¿O, directamente, no las hay? Es como si quisiéramos subir la palabra poética a un camión desvencijado y la lleváramos a pasear por los paisajes bolivianos y sus accidentados caminos.

El hecho de ser boliviano entra en conflicto con esta imagen. Una vez subidos, es difícil saber có- mo arrancar y hacia dónde ir”, comenta Mc Lean. Mónica Velázquez efectuó una lectura generacional de algunas poéticas recientes entre 1970 y 1999. La doctora en literatura hispánica por el Colegio de México se refirió a los diversos estudios que se han publicado sobre poetas bolivianos nacidos hasta los años 60, pero comenzó por la de los 70, a la que pertenece.

“Percibí que hay estudios que se han dedicado a poetas nacidos en los 60 y luego hay un salto hasta los nacidos en los años 80. Entonces la idea era saldar esa deuda”, aclara. Velázquez parte de un concepto, el de la mediterraneidad y de las condiciones de los poetas de su generación. “A todos los que hemos salido nos han preguntado por qué no se conoce la poesía boliviana. Esta idea de la mediterraneidad es la de un mundo imaginario, que a la vez impide y anhela un diálogo con el exterior. Es más difícil identificar la influencia de un poeta boliviano fuera”.

Ya es costumbre contar con una importante presencia de público en el salón principal del Palacio Portales, donde cada año se realiza el foro

Desde su ponencia, Gabriel Chávez también planteó nuestra condición de mediterrá- neos. “Mitre nunca fue un autor mediterráneo, en la acepción boliviana del término. Acaso por ser descendiente de migrantes palestinos, por provenir de otras sangres que cruzaron el mar, por haberle tocado desde la juventud partir en un avión y convertirse en un extranjero en un errante que se va y, a veces, prueba ‘el íntimo sabor del regreso’, pero seguramente, sobre todo, por elección propia, se libró de ese mal nacional de sentirse atrapado entre montañas o entre las montañas y la selva”, menciona Chávez. La intervención de Rodolfo Ortiz fue más disímil. Habló de Apocalipto, Batería, Fetiche y calavera, desde la experiencia de la escritura poética.

“Hay un punto en el cual se concentra la cuestión lacerante de arruinar cierta literatura. Por eso resulta un llamado de atención la facilidad con la que escriben los poetas hoy en día”, dijo en un principio el poeta paceño.

Luego parafraseó a Derrida y el tono apocalíptico de la poesía. “Desde su punto de vista, la aventura de escribir poesía conlleva un riesgo no necesariamente formal, sino más bien una pulsión de riesgo. Escribir desde el cuerpo es adherir esa nada de un borde en una zona inasible a las palabras”, añadió Ortiz, que también citó a Carson: “Los poetas son quienes derrochan los que sus padres ahorrarían. Lo cual parece sugerir, en una sociedad comprometida, a la avaricia de manera incondicional; la oscura vinculación entre poesía y economía se despliega entre interrogantes que van desde qué significa ahorrar tiempo, o qué significa, finalmente, ahorrar palabras. La reflexión de Carson resulta entonces cabal”.