Recordada como la primera femme fatal de la historia del cine, en los años 40 se consagró como la nueva diva de Hollywood. Protagonizó más de 60 películas

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13 de octubre de 2018, 4:00 AM
13 de octubre de 2018, 4:00 AM

El 17 de octubre Rita Hayworth hubiera cumplido 100 años. Nació en Nueva York en 1918 y falleció un 14 de mayo de 1987 en la misma ciudad. Su verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino Hayworth, desde sus 12 años practicó el baile y ya en su juventud incursionó en la actuación y el modelaje, situación que le abrió las puertas para enrolarse al séptimo arte. Debutó en el cine en 1935 en papeles secundarios realizando películas serie B.

En 1937 firmó su primer contrato con Columbia Pictures a través de la realización Charlie Chan en Egipto y bajo órdenes del director Louis King; momento, además, en el que adoptaría su nombre artístico de Rita Hayworth. En esa perspectiva fue requerida por el cineasta Howard Hawks para el filme Solo los ángeles tienen alas (1939), en el que compartió roles con Cary Grant, Jean Arthur y Thomas Mitchel; trabajo que fue aplaudido por el público a escala internacional.

Para 1941, el director Rouben Mamoulian, y con el sello de la compañía Twenty Century Fox, la contrató para ser partícipe de la película Sangre y arena, basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, haciendo el papel de Doña Sol, junto a Tyrone Power y Linda Damell, convirtiéndose en la sex simbol mejor pagada. Respecto de las comedias musicales, a las cuales se adaptaba con perfección, se puede destacar su actuación en el filme Aquel beso (1941), del prolífico Sidney Lamfield, donde conoció al genial bailarín Fred Astaire; este trabajo le posibilitó encarar y protagonizar de mejor forma el musical clásico titulado Las modelos (1944), del realizador Charles Vidor, y en el que desplegó gran performance de baile con los emblemáticos actores Gene Kelly y Phil Silvers.

Igualmente, en este género rodó, en 1945, Esta noche y todas las noches, un musical del director Víctor Saville, que fluctuaba entre la comedia y el drama, junto con Lee Bowman y Janet Blair. Pero sin duda que la actriz neoyorquina se proyectó a la fama en 1946, a través de la película Gilda, de Charles Vidor, consolidándose como mito eró- tico e inaugurando el star system hollywoodense. Partiendo de un guion estructurado por Marion Parsonnet y basado en la historia de E.A. Ellington, la película gira en torno a Gilda (Rita Hayworth), la atractiva esposa de Ballin Mundson (George Mac Ready), misterioso propietario de un casino; sin embargo, ella es la amante de Johnny Farrel (Glenn Ford), un singular jugador que entra a trabajar en este centro nocturno. Ballin se da cuenta de que Gilda se siente atraída por Johnny, pero ordena irónicamente que siempre la vigile. Al ver que la relación entre ambos es cada vez más intensa, Ballin decide huir en un avión, que acaba estrellándose. La película de Vidor mezcla de manera un tanto caótica elementos de cine negro y pinceladas de intriga política, pero junto a la fotografía de Rudolph Maté, el sofisticado diseño de producción a cargo de Virginia van Upp y el intenso trabajo del trío protagonista logran elevar la calidad del filme.

En una de las escenas trascendentales, Gilda, impulsada por su fotogenia electrizante, realiza una enigmática y provocativa interpretación de la canción Putt the Blame on Mame, quitándose lenta y maliciosamente uno de los guantes de su antebrazo, y como reacción a ese instante recibe una bofetada por parte de Johnny.

Otra de las películas, pero de menor impacto, fue La Dama de Shanghái (1947), a las órdenes de su esposo, el famoso Orson Welles; la realización no tuvo mucho éxito comercial, ya que Hayworth aparecía con menos pelo, de tono rubio platino y con un rol de maléfica que moría al final de la película, cosa que no gustó mucho a su público.

Sin embargo, forma parte de la mitología del cine por su narrativa, estilística y ritmo, además la actriz declaró años después que sabía que se estaba haciendo un clásico trágico para el recuerdo. Entre otras producciones se pueden destacar a Salomé (1952), de William Dieterle, recreando la historia bíblica, junto a Stewart Granger y Charles Laughton; asimismo La bella del Pacífico (1953), de Curtis Bernhardt, nueva versión de un clásico de William Somerset Maugham ya adaptado para el cine en la década de 1920. En los años 60 hizo los filmes resaltantes: El fabuloso mundo del circo (1964), de Henry Hathaway, junto con John Wayne y Claudia Cardinale; y El aventurero (1967), de Terence Young, junto con Anthony Quinn. Su última interpretación en la gran pantalla fue La ira de Dios (1972), de Ralph Nelson. A pesar de haber filmado más de 60 películas, Rita nunca fue nominada a los Premios Óscar, pero asistió a la 36.º ceremonia para entregar el galardón a la mejor dirección en 1964.

En febrero de 1987 cayó en un semicoma, falleciendo meses más tarde a los 68 años en su domicilio de Manhattan. Padecía de alzhéimer. Los portadores del féretro fueron los actores Ricardo Montalbán, Glenn Ford, Don Ameche y el coreógrafo Hermes Pan. Glenn Ford, uno de sus amigos más entrañables, manifestó el día de su deceso: “Estoy triste, una querida amiga me ha dejado solo. Ver sus imágenes, sentir el halo que desprenden, hace más terrible pensar en su lento deterioro. Pocas como ella lograron hacer brillar tanto la magia del cine. Y ninguna pudo brillar tan alto y con tanta alegría de vivir”.

 

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