La indiferencia con la que se ha tratado a la Bienal de Santa Cruz, que después de más de 40 años se suspendió sin explicación alguna, es responsable por el abandono del centro histórico cruceño

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14 de julio de 2018, 4:00 AM
14 de julio de 2018, 4:00 AM

Una de las cosas más complicadas del escenario cultural boliviano es que desde afuera, el público espectador asume, en el tiempo y en la historia, que existen y existían políticas públicas y que estas mismas a través del tiempo consolidaron museos con colecciones. Y, a través de estos mismos, se construyó una cultura representativa de lo que somos y de lo que hacemos.

Mucha gente piensa que somos un país pobre y que la cultura nunca ha sido una prioridad, por lo cual encontrarán consecuente que no haya políticas culturales estatales; sin embargo la cultura nos identifica y actualmente no solo nos vincula con el vecino en términos físicos, sino también virtuales , y con todo un mundo, convirtiéndose aceleradamente en un solo espacio de discusión, reflexión y negociación.

Las más antiguas bienales internacionales de arte existen desde el siglo XIX, sin embargo, cobraron mucha importancia desde los años 90, época en la que la globalización, la apertura de los mercados internacionales y la tecnología de comunicación, brindó la oportunidad a los escenarios periféricos y de países en vías de desarrollo a internacionalizarse. Poco a poco empezaron a aparecer cientos de bienales internacionales de arte en el mundo, siendo la más antigua de las bienales latinoamericanas la de San Pablo, que se desarrolla gracias al trabajo en conjunto entre el Gobierno y el apoyo de la empresa privada brasileña.

A finales de los 90, Bolivia también se integró al interés de vincularse internacionalmente a través de las bienales de arte. Creó el Siart, la actual bienal de la ciudad de La Paz. Poco después, el concurso de arte de Santa Cruz se cambió el nombre para convertirse en la actual Bienal de Artes Visuales de Santa Cruz. 

Al poco tiempo, las bienales locales habían ganado mucho prestigio en el interior y empezaron a lidiar con lo complicado que implicaba ser generador de un proyecto cultural internacional: apoyo de embajadas, consulados, distintos entes del Gobierno, empresas de transporte internacional, una notoria cantidad de esfuerzos privados, tanto adentro como afuera del país y enfrentar la responsabilidad de servir de pilar estructural para una globalización de la cultura local, de adentro para afuera y viceversa.

Actualmente existen tres bienales en el país: la bienal Siart, que organizan varias instituciones tanto privadas como públicas, cuyo director actualmente es el artista José Bedoya; la bienal Contextos, enteramente nacional y organizada por el Centro Simón I. Patiño de Cochabamba y la bienal de Santa Cruz de la Sierra, dependiente de la Alcaldía cruceña y que como concurso se organiza desde hace 42 años.

La noticia de la suspensión de la bienal de Santa Cruz nos agarró a todos por sorpresa. El año de la bienal es un año festivo, mucha gente llega del interior y del extranjero a participar en las muestras-conferencias y la ciudad se vuelve un espacio de arte en sí mismo. Lamentablemente hubo comentarios disímiles sobre las razones de la suspensión. La dirección de Cultura nunca dio explicaciones sobre la cancelación del evento y sobre su futuro. 

Si bien la bienal se ha transformado a través del tiempo, es una de las pocas plataformas internacionales de arte local, lo cual implica que obtener una visibilidad a mayor escala, en cuanto al escenario y a los artistas, es algo  muy difícil de adquirir en un país tan aislado como Bolivia.

Al suspenderla después de más de 40 años, no solo se pone en riesgo el trabajo que se ha llevado consecuentemente por tanto tiempo, sino también el seguimiento de la colección, hoy en día alojada en el MAC, que actualmente es el acervo de arte contemporáneo más amplio y consistente del país.