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22 de septiembre de 2018, 4:00 AM
22 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Paul McCartney es una leyenda viva. Sus canciones, las de los Beatles y muchas otras de bella factura en su etapa solista, no tienen fecha de vencimiento. Aun así, el caballero del Imperio Británico a los 76 años sigue activo. Y quiere que el mundo lo sepa. Su nuevo disco se titula Egypt Station, es el decimoséptimo de su carrera como solista, acaba de salir y suma buenas reseñas de la crítica especializada. En gran medida porque lleva marca de origen. Sencillas, entradoras, agradables pero nunca recurrentes, energéticas, sus 16 canciones recrean la magia de uno de los más grandes autores de música pop de la historia. Egypt Station es el primer disco de Mc Cartney en cinco años.

Él toca el piano y el bajo como es usual, pero también guitarra eléctrica, batería, armónica, sintetizadores varios y además programó loops de sonidos pregrabados. Está su banda de los últimos tiempos, aparece una orquesta, un coro y la notable sección de vientos R&B Muscle Shoals Horns. Suena a rock, pop y folk, según el manual de estilo de su inmenso autor.

“Si querés llamar la atención hoy, hay dos maneras de hacer un disco. Una es contratar un productor que te garantice 10 hits. Como si fueras Taylor Swift… Ahí pensé ‘No estoy seguro de si quiero hacer eso’.

La otra es intentar hacer un álbum, álbum. Más como concepto, para programar tu cerebro que no todas las canciones tienen que ser un hit. Entonces, elegí algunas de las que más me gustaban y trabajé en ellas con la vaga idea de que podía integrar una unidad conceptual o algo así. Con una salvedad: cada vez que pienso en un álbum, en la parte posterior de mi cerebro aparece la frase ‘¿Cómo le vas a poner a este disco? ¿Abbey Road? Ya se hizo”, comenta el artista.

Entonces, el ‘concepto’ de Egypt Station surgió a partir de una pintura que el propio McCartney empezó y paradó- jicamente abandonó. Crear un mundo propio y luego darle simplemente un nombre, esa fue la receta. “Quería que empezara con el sonido de una estación, lo cual se conecta con Sgt. Pepper -que comienza con el sonido de una sala de conciertos. Toqué y grabé esas primeras canciones en Los Ángeles con el ingeniero de los Beatles Geoff Emerick, que me dijo ‘Esto nos recuerda a algo, ¿no?’”, añade.

A los 76 años, quedó lejos la profecía que lo venía persiguiendo por aquella canción de los Beatles When I´m Sixty four de la que vivió rehén. Al menos hasta que pasó ese límite de edad. “No creas que no lo pensé cuando cumplí 65”, dice. “Es la edad en que los trabajadores se jubilan ¿no”, agrega. Eso quedó atrás. “Mi trabajo es tocar música. Los Rolling Stones siguen tocando. Deben pensar ‘Si Macca todavía puede…’”

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