Conversamos con quienes escucharon el llamado de los reclutadores y tuvieron la experiencia de ser un ‘juku’. Las autoridades y los dirigentes reconocen el problema que se está viviendo en la estatal minera

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24 de marzo de 2019, 10:03 AM
24 de marzo de 2019, 10:03 AM

Como en los delitos que ‘devoran’ personas en su afán por lucrar con los vicios y el ‘dinero fácil’, como el narcotráfico y el tráfico de personas, en medio de los cerros cargados con minerales que comparten Oruro y Potosí, han nacido los ‘coyotes’ de las minas, un nuevo tipo de delincuente que se nutre de la ambición de las personas y organiza bandas delictivas, que están dispuestas a enfrentarse a tiros y a dinamitazos con militares y policías, con el único de fin de robar el mineral de la empresa estatal Huanuni, que mana del cerro Posokoni.

EL DEBER recorrió la zona que divide Oruro y Potosí, donde deambulan los ‘jukus’ (ladrones de mineral) y mandan los ‘coyotes’ o también conocidos como reclutadores, gente que forma bandas de 20 o 30 personas, unidas por una mezcla de ambición, necesidad y falta de trabajo. Están listos para dejarse atrapar por los túneles clandestinos que han construido para robar estaño, mineral que tiene un precio de $us 20 el kilo en el mercado.

En el camino encontramos a un hombre de 56 años, con las señas del paso del tiempo en el rostro y el ‘regalo’ del mal de minas devorándole las entrañas. Se identificó como Mario J. F., un minero cooperativista que dejó de trabajar por su enfermedad, pero que conoció el movimiento de los ladrones de mineral cuando fue uno de ellos.

Mario recuerda que fue un familiar quien le hizo saber que podía ganar ‘dinero fácil’ y lo puso en contacto con un trabajador de Huanuni. Ese empleado estatal, que se convirtió en ‘coyote’, luego de hablar con él sobre el robo le hizo saber que para ser parte del plan debía pagarle $us 300, lo mismo que les cobró a otros 29 implicados en el grupo del cual Mario participó.

El dinero que el ‘coyote’ cobró, sirvió para cubrir la logística del robo y para hacerle conocer la contraseña, que una vez dentro de la mina, se convierte en su pasaporte de vida, ante la eventualidad de encontrarse con los controles o algún otro minero.

“Partimos en cinco taxis por el camino antiguo a Huanuni y bajamos hasta el sector de Wairapata, donde una persona con overol de la empresa nos esperaba. A él le entregamos el dinero y luego de contarlo nos dio una clave en caso de que alguien nos preguntará al interior de la mina. Nos llevó hasta un túnel que estaba conectado directamente al cerro Posokoni. No tuvimos problemas para sacar el mineral, porque en más de dos lugares a los que entramos habían sacos listos para ser llevados y eso facilitó mucho nuestra faena”, contó Mario.

El hombre recuerda que aquella vez, además de los $us 300 que le pagó al ‘coyote’, invirtió $us 200 más para el transporte y la extracción del mineral fino de las rocas que expulsa el cerro. Al final, por todo lo que recolectaron él recibió $us 1.700, monto que significó un incremento de más de tres veces los $us 500 que usó para ser un ‘juku’.

Pero la realidad de Mario no siempre se replica en otros, ya que un joven cooperativista de Llallagua dijo que no alcanzó a reunir los $us 150 que le pedía un ‘coyote’ para llevarlo a robar mineral a Huanuni. Se identificó como Reimundo L. P., de 39 años, que parado en la bocamina de Cancañiri, explicó que en el interior de las minas ya no hay mucho más de dónde sacar mineral y que por esta razón, los reclutadores convencen fácilmente a la gente para convertirse en ladrones.

Tiempo atrás desde el Ministerio de Minería, se señaló que algunos extrabajadores de Huanuni hacían de guías para los ‘jukus’ y el ministro de Defensa, Javier Zabaleta, indicó durante un operativo ejecutado luego del enfrentamiento de los militares contra los ‘jukus’ (que derivó en la muerte de cuatro personas), que se estaban realizando tareas de Inteligencia para detectar a los que facilitan información específica de la estatal minera.

Ante las versiones sobre la participación de trabajadores de Huanuni, a quienes los involucrados los identifican como ‘coyotes’, el secretario general del Sindicato de Trabajadores Mineros de Huanuni, David Choque, reconoció que hay trabajadores que se prestan a estas malas prácticas, pero descartó que sean afiliados a su institución.

“Hemos comprado cámaras de seguridad y hasta drones para evitar más robos. Nos han amenazado por las acciones de control que estamos realizando”, comentó Choque y aseveró que debido a este problema, sabe de la presencia de agentes que hacen trabajos de Inteligencia en el interior de la mina, en la población minera y en los diferentes niveles que tiene la empresa estatal minera.

“Esta semana se ejecutó un operativo sorpresa, no queremos que una manzana podrida dañe a todas las demás”, apuntó el dirigente sindical de Huanuni. Si bien hay ‘coyotes’ que carecen de un apoyo logístico más amplio, también hay los que negocian una operación con vehículos todo terreno, provistos de armas y dinamitas en su interior, además de contar con camiones con una capacidad de carga de hasta cinco toneladas, cantidad que les puede significar a los organizadores de las bandas delictivas una ganancia de hasta $us 50.000.

Fotografías y videos de jukus mostrando fuertes sumas de dinero o fumando marihuana circulan en las redes sociales en Oruro y Potosí.

Incluso han circulado videos en las redes sociales, donde los ‘jukus’ se filman dentro de la mina, mostrando fajos de dinero y fumando marihuana. Pero la realidad que se está viviendo en la zona minera que comparten Oruro y Potosí, también tiene un color negro luto, como contó doña Naty, una vendedora de refrescos que mira pasar el tiempo hace 29 años en el ingreso a la bocamina de Cancañiri (Llallagua), que ha visto a muchos jóvenes salir de Llallagua para convertirse en ‘jukus’ por cuenta propia, pero no los vio retornar, solo supo que murieron dentro de los cerros.

Los jukus consumen bebidas alcohólicas y fuman marihuana en las minas. 

Cerrando filas

Dirigentes mineros y autoridades tienen claro que el robo de mineral dejó de ser un problema aislado y, fuera de grabación. Aseguran que es totalmente cierta la realidad pintada por quienes decidieron ser ‘jukus’ y dejarse organizar por un ‘coyote’ de las minas, que lucra por tener datos y contactos.

Sin embargo, también aseveran que se están aplicando ‘cierres’ a la posibilidad de seguir este circuito ilegal, como el comunicado de la Federación Regional de Cooperativas Mineras Norte de Potosí, donde queda prohibido que los mineros, las empresas comercializadoras y los ingenios de rescate de mineral, compren cargamentos de Huanuni.

El documento que confirma que el cierre del ciclo del robo de los ‘jukus’ concluía con la venta de lo sustraído en Llallagua, también advierte con la intensificación de los controles para que la zona minera potosina deje de ser vista como el final de la cadena delictiva y detalla los años de prisión que pueden cumplir quienes se dejen seducir por los ‘coyotes’ para ser ‘jukus’ y llevarse ganancias que se cuentan por miles de dólares.