La socióloga y militante feminista brasileña, Moema Viezzer habla de Domitila Chungara y del libro "Si me permite hablar..." que escribió junto a la líder minera en los años 70 y que resultó una página fundamental de la recuperación de la democracia en Bolivia

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25 de noviembre de 2018, 17:52 PM
25 de noviembre de 2018, 17:52 PM

Pasaron más de 40 años desde la primera publicación, en 1976, de “Si me permiten hablar…”, el libro que mostró al mundo la lucha de Domitila Chungara y las mujeres mineras contra la dictadura militar de Hugo Banzer. Fue la socióloga y educadora brasileña Moema Viezzer, la autora de esta obra fundamental para conocer el difícil proceso de recuperación de la democracia en Bolivia, que fue incluida entre los 200 libros de la Biblioteca del Bicentenario. Domitila murió el 13 de marzo de 2012, pero su palabra todavía interpela, construye, incomoda a esos dueños transitorios del poder. Así lo cuenta esta reconocida pedagoga y discípula de Paulo Freire en este diálogo con EL DEBER.

 

¿Qué significa esta reedición de “Si me permiten hablar…”?

Me siento muy feliz, porque su publicación es una señal de que la palabra de Domitila está viva y actual para nuestra sociedad. Y cada vez más, porque la democracia es una búsqueda por la que necesitamos luchar cada día y agarrarnos con todas nuestras fuerzas por todo lo que vemos que está pasando. Esperamos que no se vaya al bote todo lo que hemos conquistado. Creo que todo lo que Domitila trajo en tiempos de dictadura militar y, ahora, con la dictadura del mercado que nos agobia es muy importante y me siento muy gratificada de que esa obra está siendo publicada en Bolivia sobretodo. Siempre quisimos que tenga una divulgación especial en Bolivia, como es ahora la Biblioteca del Bicentenario. En esta perspectiva de la historia del país es fundamental que este testimonio de Domitila esté entre otras publicaciones y mantenga viva la memoria de alguien que desde la clase trabajadora y, sobretodo siendo una mujer, haya permitido conocer la situación de los mineros y toda su sabiduría acerca de un país que desde hace tantos años había sido colonizado y sigue dependiente de otros poderes. A pesar de los avances que Uds han logrado tras la elección del primer presidente indígena Bolivia ha sufrido todos los horrores de la colonización.

 

¿Cuál sería el mensaje de Domitila para la democracia boliviana en particular y para América Latina, en general?

Ella seguiría hablando de la necesidad de no cansarse, por más que uno esté agobiado, uno no debe rendirse ante la adversidad. La lucha de los pueblos frente al poder económico todavía continúa. Como dice Frei Betto, estamos frente a un poder económico global en un mundo ‘globocolonizado’. Es una situación en que ya no son más los españoles, los portugueses o los ingleses, sino que es una dominación que afecta al planeta en su conjunto. Ella seguiría insistiendo en la necesidad de conocernos cada vez más como pueblos, porque ella misma ha hecho un camino importante desde las minas, pasó por los barrios populares de Cochabamba y se acercó mucho a la lucha de las poblaciones indígenas y la importancia del reconocimiento de las naciones indígenas, sobre todo tras su regreso del exilio a Bolivia. El libro que publicamos ahora incluirá un diálogo que sostuvimos en 2002 cuando vivía en Cochabamba.

 

Hoy observamos con preocupación este retroceso de la democracia por acción de sectores ultraconservadores, pero también de gobiernos de izquierda como Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega, en Nicaragua. En Bolivia, Evo Morales ha decidido no respetar el voto popular del 21 de febrero de 2016 que rechazó su intención de postular a una nueva reelección en 2019. ¿Cómo ve este proceso?

Todavía veo una gran dificultad por esto de tener a una especie de mesías. Entregamos a alguien que nos cuide y bueno, para morir, basta estar vivo. Incluso aquí en Brasil. Por más que Lula da Silva sea una referencia fundamental, la pregunta es si tiene que ser presidente tanto tiempo o si debemos seguir preparando gente. Lo mismo pasa con Evo Morales. Ahora tenemos la ultraderecha en Brasil donde Jair Bolsonaro se declaró, él mismo, mesías. Bolsonaro era católico, pero cuando vio todo el potencial que tendría con las iglesias evangélicas se fue a bautizar al río Jordan en Israel y puso en su nombre Jair Mesías. El poder tecnológico nos está llamando, quizás, a pensar cosas nuevas. Creo que hoy necesitamos salir hacia algo totalmente nuevo.

 

Domitila rompió diferentes moldes, especialmente, por su participación como mujer en la lucha política. ¿Cómo ve la participación de las mujeres ahora? ¿Hay un retroceso?

Siento que seguimos avanzando, pero con muchas más dificultades para mantener las conquistas que hasta ahora hemos obtenido. Dependemos mucho de los poderes formales, especialmente, en el Congreso donde sectores conservadores buscan destrozar lo que ya habíamos conseguido. Tenemos que pelear para que tantos avances que logramos para tener mejores condiciones de vida, de trabajo y de salud no se vuelvan para atrás. Siento que hay una fuerza muy grande, pero que es fácilmente aplastada por los poderes reales. No solamente en las relaciones entre hombres y mujeres a nivel personal, sino a nivel estructural en las instituciones. Es una historia difícil.

 

¿Antes era contra la dictadura, hoy es la pelea contra otros actores igualmente poderosos?

Exactamente, y con otras variables y otras visiones más fuertes todavía. Lo que nosotros habíamos conquistado es algo que no quisiéramos perder. El derecho al sueldo igualitario, el respeto a la diversidad entre hombres y mujeres, los beneficios por la maternidad y todo lo demás. No queremos que esto se esfume.

 

¿En qué medida el testimonio de Domitila se une al de otros grandes líderes mundiales por los derechos humanos?

Veo un testimonio de mucha importancia porque, cuando lo escribí, no había muchas referencias de líderes sociales o políticos que dieran su palabra de esta forma. Había otros casos, pero eran interpretadas por los autores de las entrevistas. En el caso de Domitila, lo que yo quise hacer es que ella hablara. Mi mayor trabajo fue juntar su testimonio, y lo hice a partir de mi experiencia como comunicadora popular y discípula de Paulo Freire. Así, fue juntando lo que ella decía y describía de la situación de los mineros con lo que ella analizaba sobre esa etapa de la vida de Bolivia.

Durante una charla en Cochabamba, por ejemplo, ella hizo una reflexión muy significativa sobre la educación necesaria para todos y la importancia de que la Universidad esté más comprometida con el pueblo. Una vez terminado el trabajo, yo fui con ella para ver si ella se reconocía en el texto que habíamos transcrito. Durante una semana revisamos el texto paso a paso. Ella dijo que se sentía muy reconocida por lo que habíamos escrito hasta 1975. Después tuve otra entrevista, en Cochabamba en 2002, donde cuenta todo lo que había vivido tras regresar del exilio en Suecia.

 

¿Es el mismo libro o tiene elementos nuevos?

La edición que vamos a presentar ahora en Bolivia tiene 80 páginas nuevas que describen la huelga de hambre de las mujeres hasta el exilio de Domitila en Suecia. Qué hizo allí en Suecia y cómo fue su regreso a Bolivia donde participó de la guerra del agua y la propuesta en ese momento de postular a Evo Morales a la Presidencia. También contiene un prefacio donde yo cuento qué pasó con Domitila después del libro.

 

¿En qué medida Domitila cambió después del libro?

Ella era una ‘ama de casa’ de las minas. De repente, ella se volvió una protagonista de los derechos humanos de relevancia internacional por lo que la han llamado decenas de grupos y organizaciones de mujeres y de defensa de los derechos humanos. Ella era una personalidad, pero nunca dejó de volver siempre a su raíz. En todas sus intervenciones yo sentía eso, que fue fiel a sus bases.

 

¿Qué pensaba de ese Evo Morales que comenzaba su lucha política?

En el comienzo ella decía que Morales tenía una buena propuesta. En 2010, durante la Cumbre de los Pueblos, Domitila me dijo sobre Evo: quizás no es todo lo que queremos, pero también es un proceso nuevo, con una nueva Constitución. Y ella decía que había muchas cosas que estaban pasando, que eran bien diferentes de la etapa anterior.

 

¿Qué es lo que más recuerda de ella en lo personal?

Ella estaba con su familia y con sus hijos, pero ella quería que el mundo sea bueno para todos. Quería que todos estén mejor, pero eso no era posible porque hay algunos que tienen todo y muchos que no tienen nada. La última vez que la vi ya estaba mal de salud.

 

¿Cuál es el legado de Domitila para los jóvenes?

Es importante que los jóvenes tengan acceso a la historia inmediata, contada desde adentro. Hoy no hay memoria de lo que pasó. Que no piensen que ya salimos de la colonización, seguimos en la lucha contra ese régimen. Que defiendan una democracia vivida, no solamente una democracia formal como la que tenemos ahora, donde elegimos, pero muchas veces no nos representan. Domitila habla de una manera muy fluida, que no hay nadie que no pueda entenderla. La palabra de Domitila está viva, así lo siento.