La regla pretende prohibir volar arriba de los 120 metros de altitud, limitar los sobrevuelos entre las multitudes y otorgar licencia a operadores mayores de 18 años

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17 de septiembre de 2018, 4:00 AM
17 de septiembre de 2018, 4:00 AM

l uso de los drones o vehículos aéreos no tripulados fue motivo de conversación por primera vez en el país, en un seminario sobre el tema realizado el 12 de septiembre en las Torres Cainco, donde entendidos en la materia y autoridades de la Dirección General de Aeronáutica Civil informaron sobre una norma que se está elaborando para reglamentar el desplazamiento de estos aparatos a fin de no interferir en las operaciones aéreas tripuladas, no invadir espacios estatales o particulares y a reducir los riesgos en las grandes concentraciones de personas.

A la cita, organizada por Monitoreo R2 y por la DGAC, acudió casi 100 personas, que con explicaciones técnicas de los exponentes se enteraron de que estos equipos tecnológicos, al convertirse en los nuevos componentes de la aviación mundial, requieren de una reglamentación para restringir su uso en ciertos lugares.

Versátiles y poderosos

Los drones actualmente son utilizados en una infinidad de tareas. En Bolivia no se conoce aún un hecho grave protagonizado por estos equipos, excepto un incidente provocado el año pasado para Carnaval en el cambódromo, en Santa Cruz, donde uno se precipitó a tierra causando heridas leves a un espectador.

El problema actual en Bolivia es la gran proliferación de estas pequeñas naves que se pueden adquirir en el mercado local a precios desde $us 150. Cualquier persona puede comprar una de alto rendimiento, multirrotor, equipada con cámaras de alta definición, video, GPS, piloto automático y con una buena autonomía de vuelo.

La mayoría de estas máquinas son operadas por aficionados sin cumplir ninguna reglamentación y podrían interfieren en las trayectorias de vuelo de las aeronaves tripuladas de la aviación comercial, informó el capitán Édgar Chávez, especialista de seguridad operacional de la DGAC.

Por el momento, la DGAC recomienda no volar arriba de los 120 metros de altitud porque a esa elevación ya circulan las avionetas y helicópteros. También exhortan a los usuarios no alejar los aparatos a más de 150 metros para no perderlos de vista. “El que yo uso puede volar hasta los 500 metros de altura y se pueden alejar hasta 7 km. Sin embargo, a esa distancia el operador ya no tiene el control total”, indicó Efraín Rodríguez, gerente de la empresa Monitoreo R2, que presta servicio con drones de alta tecnología, y es uno de los promotores de la regulación.

En el borrador de la norma que la DGAC alista para ponerla en vigencia a fines de este año o en 2019, contempla restricciones para volar en estadios, en conciertos y en otras aglomeraciones. Asimismo, se prohibirá sobrevolar en los aeropuertos, casas de gobierno, en instalaciones militares, etc.

“Hay gente irresponsable con los drones, vuelan muy por debajo o muy alto. Entonces, poner las cosas claras para precautelar la seguridad de los ciudadanos, es poner orden. La norma que viene no es prohibitiva; se puede volar, pero considerando los riesgos y coordinando las acciones con la DGAC”, manifestó Rodríguez.

“Habrá autorización para operar con drones en forma segura. Luego, se va a requerir la licencia de piloto para los operadores y se extenderá a personas mayores de 18 años. Hoy, un niño puede usar un dron sin límites, siendo que es una herramienta que puede invadir espacios aéreos restringidos o la privacidad de particulares”, indicó Chávez.

El pionero en Santa Cruz

Jorge Salek es considerado el precursor del servicio con drones en Santa Cruz. Trabaja desde 2012 dando prestaciones a productoras audiovisuales, a empresas petroleras o a quien necesite fotos o filmaciones aéreas.

Propagandas con vistas aéreas de Entel, producciones para algunas películas e imágenes para un documental del actor estadounidense Morgan Freeman, que se emitió en NatGeo, figuran entre los trabajos de Salek, quien dijo que este año renunció a volar en eventos públicos por el riesgo que conlleva. Lo experimentó en la marcha de promociones en apoyo al 21-F, donde había en el aire unos 15 aparatos de todo tamaño sobre las cabezas de miles de personas en la plaza central. Ahí vio la necesidad de normar el revoloteo de los drones.

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