Vuelven Luis Arce, Óscar Coca, Milton Gómez y Juan Ramón Quintana. Se suman Gabriela Montaño, Nélida Sifuentes y Manuel Canelas, desde la Asamblea. La oposición ve reciclaje y se ceba con Quintana. Los analistas ven fuerza electoral

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24 de enero de 2019, 5:00 AM
24 de enero de 2019, 5:00 AM

Evo Morales se puso en manos de gente experimentada para seguir siendo presidente el 23 de enero de 2020. Recurrió a cuatro exministros y tres exparlamentarios para retocar su gabinete e inmediatamente después de tomarle juramento, les dijo cuál será su objetivo: “Doy la bienvenida a los nuevos ministros que se incorporan, algunos que retornan, con una enorme responsabilidad, por una parte la gestión pública, pero también en la acción política”.

No se quedó ahí, después de centrarse en los jóvenes, nicho de votación objetivo de Morales, de repasar algunas frases de su mensaje a la nación, les puso metas que pretende cobrárselas en un año en el lobby de la Casa Grande del Pueblo. Les encomendó que el Producto Interno Bruto ($us 40.885 millones en 2018) llegue a $us 42.000 millones o 43.000 millones y que la extrema pobreza baje del 15% al 12 u 11%. “Son las metas, son los sueños que tenemos”, dijo.

El gabinete

Acababan de jurar Juan Ramón Quintana (Presidencia), Gabriela Montaño (Salud), Óscar Coca (Obras Públicas), Milton Gómez (Trabajo), Luis Arce (Economía), Nélida Sifuentes (Desarrollo Productivo) y Manuel Canelas (Comunicación) como nuevos ministros. Había ratificado a Diego Pary (Relaciones Exteriores), Carlos Romero (Gobierno), Javier Zavaleta (Defensa), Héctor Arce (Justicia), César Cocarico (Desarrollo Rural), Luis Sánchez (Hidrocarburos), Mariana Prado (Planificación), Carlos Ortuño (Medio Ambiente), Tito Montaño (Deportes), César Navarro (Minería), Javier Zavaleta (Defensa), Rafael Alarcón (Energías), Roberto Aguilar (Educación) y a Wilma Alanoca (Cultural).

Morales les quería dar un mensaje de gobernar para todos. Les contó que acababa de reunirse con empresarios, les pidió escucharlos y también debatir con los movimientos sociales para “construir todos juntos nuevas políticas económicas, pero también programas sociales para seguir reduciendo la pobreza”.

La posesión había comenzado cerca de las 10:00. Como una obra de suspenso, los nuevos ministros se fueron acomodando en la primera fila, mientras los antiguos esperaban disciplinados a un costado. El primero en llegar fue Quintana y se notó de inmediato su poder. Todos se acercaban a saludarlo con una reverencia que solo se guarda para las personas que hacen que las cosas pasen. A su lado se sentaron Canelas, Sifuentes y Montaño. Coca apareció luego, con los años pesándole en el cuerpo. A Gómez hubo que llamarlo por megáfono. Estaba en la Casa Grande, pero el dirigente histórico de los mineros no sabía que ese día juraría en la cartera de Trabajo. Había sido el ministro más fugaz de Morales, obligado a renunciar a los cinco días de jurar en Minería, por unas denuncias de desfalco. Limpió su nombre y siguió en la dirigencia.

Cuando los nuevos y antiguos se alinearon para jurar, los periodistas que estaban más cerca cuentan que Quintana y Romero ni se miraron. Su rivalidad es casi una leyenda urbana, pero eso no quita que los analistas pongan sus ojos sobre ellos. “Cada uno a su estilo, se perfilan como los operadores para hacer frente a la polarización que ha generado la repostulacion del binomio oficialista”, dijo Daniel Valverde, director del Observatorio Político Nacional de la Gabriel René Moreno.

Para él, el Gobierno busca estabilidad política y afianzar sus logros económicos.

Iván Lima ve que Luis Arce, Quintana, Héctor Arce, Zavaleta, Romero y Canelas formarán un gabinete político muy fuerte, que no le gustará a la oposición. De ese grupo, las habilidades de Canelas son las menos conocidas. Lima dice que pese a no ser comunicador (es politólogo), tiene un manejo fluido del discurso y cercano a Morales. Además, operó para aprobar la Ley de Organizaciones Políticas y las elecciones primarias. Lo define como “la mente detrás de muchas decisiones” y que será un motivo de preocupación para la oposición. Lo ve también como un posible imán para el voto millennial, clave, no solo para ganar las elecciones de octubre, sino para evitar la tan temida segunda vuelta.

Sobre Quintana y Arce, parece haber una coincidencia entre los analistas: no van a sumar votos, pero generarán una serie de medidas necesarias y estructurales para la continuidad del Gobierno.

Tal vez por eso son los blancos de la oposición, que se ceban especialmente con Quintana. “Con su regreso se confirma la impunidad para el escándalo del caso Gabriela Zapata y la empresa CAMC, que se adjudicó directamente cientos de millones de dólares en contratos públicos”, opinó Óscar Ortiz, candidato por Bolivia Dice No.

Samuel Doria Medina, jefe de Unidad Nacional, reaccionó con algo parecido al temor y vaticinó que habrá duros días para el país. “Su retorno es un signo de que este será un gabinete autoritario y sectario”, escribió en Twitter.

Mientras Carlos Mesa guarda silencio, Víctor Hugo Cárdenas, postulante de UCS, se encargó de Luis Arce. Ve que la reducción de ingresos, la falta de inversión externa, la impresión de billetes, la merma de las reservas internacionales y la inflación son malos presagios que tratan de revertir con su retorno. “Arce Catacora es parte del problema, no la solución”, dijo.

Principales y secundarios

Si Arce, Quintana y Canelas van directo al gabinete político, Coca, Sifuentes y Gómez tendrá un papel de segunda línea. Coca es hombre de confianza de Evo desde antes de llegar al poder y siempre ha tenido un cargo importante. Gómez es un símbolo de lucha contra el modelo neoliberal y es un pedido expreso de la COB, que también logró ‘tumbar’ a Guillén de Economía. Sifuentes da al gabinete una mujer indígena y chuquisaqueña, que intentará revertir algo de los efectos secundarios de la disputa por Incahuasi en Sucre.

Del grupo “menos político”, la única que tendrá un papel vital será Gabriela Montaño. Buena parte de la tercera reelección de Morales pasa por sus manos. Deberá poner en marcha el Sistema Único de Salud hasta octubre y convencer a la principal oposición de Evo Morales, los médicos, a que los ayuden. Lima recuerda que el SUS ya tiene 700.000 inscritos y serán 700.000 votantes molestos o satisfechos para las generales.

A favor de Montaño, ve una experiencia política que no tenían sus antecesores y del éxito o fracaso de su gestión dependerá su futuro para 2025.

Cuando el acto terminó, todos subieron presurosos al salón del gabinete, esquivando abrazos, flores y micrófonos. Allí tuvieron su primera reunión con Evo, que pronto se convirtió en celebración, con un porrón de ron montereño que comenzó a pasar de mano en mano. Hoy a las 7:00, comenzará el trabajo en serio.

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