El ciudadano común aguarda con optimismo en Bolivia y su corazón late fuerte cada vez que habla del mar. En Chile hay quienes no ven con buenos ojos ceder territorio y otros que estarían de acuerdo

El Deber logo
1 de octubre de 2018, 4:00 AM
1 de octubre de 2018, 4:00 AM

Este lunes, las 9:00, muchos estarán con los ojos en el televisor y las redes sociales, puntuales como si se tratara de un partido de la selección nacional de fútbol en un mundial, para ser testigos de lo que los magistrados de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya hagan conocer su fallo, después de varios años de haber estudiado la demanda boliviana.

En los mercados, en los parques, en las calles y en las rotondas, en los micros, dentro de las casas, en las instituciones públicas y en las empresas privadas, en los barrios humildes y en las urbanizaciones cerradas.

En todos esos lugares y en otros más, los bolivianos coinciden en un mismo sentimiento y deseo: que el fallo de La Haya, que se revelará este 1 de octubre, sea beneficioso para Bolivia en su cruzada jurídica que ha emprendido para intentar llegar de manera soberana a las costas del Pacífico.

Rodrigo Choque le viene haciendo seguimiento a este tema desde hace cinco años, desde que Bolivia le instauró la demanda a Chile en La Haya.

“Ya no hay nada más que hacer. Ahora estamos en manos de los magistrados. Ellos dirán su veredicto y que el mismo sea favorable a Bolivia”, dice, sin esconder que tiene un poco de nervios por lo que puede pasar.

“¿Se imagina si el resultado hunde las posibilidades de que Bolivia tenga una salida soberana al mar?”, pregunta, esperando que alguien en este mundo le dé una respuesta.

Esa respuesta llegará mañana y en otro punto de la ciudad, en una pensión del cuarto anillo y avenida Tres Pasos al Frente, Tochi Saldías está atendiendo a los clientes que han llegado pasado el mediodía del viernes. Ella asegura que siempre está pendiente de las noticias de la tele y que ya está enterada de que Bolivia puede volver al mar si es que unos jueces internacionales así lo deciden.

“Pero no creo que Chile quiera así nomás deshacerse de un pedazo de territorio”, analiza, mientras limpia la mesa para acomodar el salero y el aceite que servirán para que los comensales aderecen la ensalada que esta mujer, de 54 años, ha preparado con esmero.

Rolando Cruz es chofer de taxi. Y como muchos bolivianos, espera que el fallo de La Haya sea claro, que diga que Chile debe sentarse con Bolivia a negociar de manera obligatoria hasta que lleguen a un acuerdo para que nuestro país tenga una salida al mar con soberanía.

“Ni mis hijos, ni mi mujer ni yo conocemos el mar. Si Bolivia recupera el océano, ya podremos ir sin tener que pedir permiso a Chile”, dice y reitera que al mar no lo conoce, que solo lo ha visto por la televisión.

Una gran oportunidad

Con varias personas con las que habló EL DEBER hubo coincidencias de posiciones de optimismo y de algún temor de que por más que el veredicto de La Haya sea positivo para Bolivia, Chile se siga haciendo el duro y que no quiera sentarse a negociar y que amenace con guerra, cosa que debe ser inaceptable y rechazado por todos los países de América Latina, puesto que lo que Bolivia solo busca es que se haga justicia ante un enclaustramiento marítimo que afecta a la economía del país.

Diferencias en Chile

En Chile, el ciudadano común también tiene diferentes posiciones sobre este tema.

Están entre los que no ven viable ninguna posibilidad de que el Gobierno negocie una entrega de territorio, hasta quienes sostienen que como hermanos latinoamericanos, y como Chile tiene una extensa costa, no le haría daño ceder un espacio para que Bolivia construya un puerto y lo utilice con soberanía.

María González dice que un país tiene que hacer respetar su territorio y que si bien nunca estaría a favor de una guerra entre los dos países, nadie debe obligar a que Chile entregue una parte de su territorio porque las cosas ya quedaron claras cuando terminó la Guerra del Pacífico.

“Voy a estar atenta a las redes sociales el lunes para saber qué pasará allá en La Haya. Más que seguro va a ser un fallo a favor de Chile, porque nadie querrá que exista inestabilidad política en la región”, dice, con una posición segura.

Esther Silva, otra ciudadana de Santiago, no comparte la posición de su compatriota y es de las que sostiene la posición de que Chile debe dar un paso al Pacífico a Bolivia, independientemente del fallo de La Haya.

“Eso demostraría que somos un Estado moderno, que comulga el bien universal y generoso con nuestros vecinos”, dice Esther, que además comenta que entre los mejores amigos que ella tiene, se encuentran varios bolivianos.

“La amistad está por encima del mar. Que los políticos se peleen entre ellos, pero nosotros, los que no estamos en el poder, no vamos a caer en ese mismo ambiente”, aconseja.

“Al fin y al cabo, ellos pelean porque tienen sus intereses y el mar es un poder de riqueza que seguro aquí ningún poderoso quiere perder”, enfatiza. El lunes también estará pendiente de lo que decida la Corte Internacional de Justicia.