El abogado estadounidense que comenzó, hace más de diez años, a trabajar en el juicio contra Gonzalo Sánchez de Lozada habla en exclusiva con EL DEBER

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6 de abril de 2018, 23:14 PM
6 de abril de 2018, 23:14 PM

Todo comenzó con un viaje de turismo que trajo al abogado Thomas Becker a Bolivia dos años después de los hechos de octubre. Como buen mochilero, tuvo que caminar desde El Alto a La Paz porque había un bloqueo que impedía el paso de vehículos. Esa caminata fue clave porque abrió su curiosidad para saber más sobre los movimientos sociales de este país y preguntando, relata que se encontró con que un expresidente que estaba refugiado en su país y que tiempo antes había generado una represión que dejó muerte, dolor y sufrimiento. Entonces involucró a su profesor en Harvard, Tyler Giannini, y ambos emprendieron “una locura” que hace algunas semanas sentó a Gonzalo Sánchez de Lozada en el banquillo de los acusados.

 

Becker fue un rock star (estrella del rock), comenzó muy joven, su primera gira artística la realizó a los 15 años, de la mano de la música alternativa. Admite que un perfil del guitarrista no es común en la Universidad de Harvard. “No he conocido otros como yo en la universidad”.

 

Tampoco es común que un joven bohemio alcance los records de notas para acceder a ese centro de estudios, pero él las tenía, aunque en la entrevista prefiere decir que tuvo suerte. “Tal vez esta mezcla era un poco rara, yo decidí estudiar Derecho porque más allá de la música, trabajaba con movimientos sociales, con los zapatistas en México, por ejemplo. Por eso fue interesante estudiar las leyes, para aplicarlas en estas causas. No sé por qué me aceptaron. Entré como activista”, pero de hecho, reunió los requisitos para ingresar.

 

“Yo quería, tenía mucha curiosidad de conocer este país”, dice Becker y relata que llegó a Bolivia como turista, el 2005, con 27 años, y cuando aterrizó su avión se encontró con que había una protesta que tenía bloqueada a La Paz por lo que, lleno de estupor, tuvo que caminar desde el aeropuerto hasta la ciudad. Mientras cargaba su mochila habló con algunas personas, comentó que nunca había visto que los movimientos sociales generen tal paralización y recuerda que alguien le explicó: “Esa es la democracia en este país, la gente protesta, el gobierno negocia y todo se soluciona hasta el siguiente conflicto”, pero su interlocutor marcó que el 2003 no pasó eso porque el gobierno sacó las armas y mató a la gente. "Quedé muy impactado con ese relato y comencé a buscar más información”, relata.

Thomas Becker (der.) es el estadounidense que hace más de diez años atrás empezó a trabajar en el juicio contra Goni. En la imagen, junto a su ex docente y colega Tyler Giannini  | Foto: Marcelo Tedesqui

 

Entonces llegó a alguien llamado Luis, a quien define como un amigo suyo. Él estaba involucrado con las familias que buscaban justicia por la masacre de octubre. “Habían activistas, psicólogos y abogados del comité impulsor. Él me introdujo a ese ámbito".

 

Llegó con una idea, pero el destino estaba marcado. Los relatos, el sufrimiento de los familiares de las víctimas, las huellas en los heridos marcaron su vida para siempre e indefectiblemente le cambiaron el rumbo de esta historia que hasta ahora logró sentar, por primera vez en Estados Unidos, a un presidente vivo de otro país en el banquillo de los acusados, a través de un proceso civil que no es penal, pero que puede establecer resarcimiento económico.

 

“No es la plata, es la justicia lo que mueve nuestro trabajo. Nuestro trabajo es absolutamente gratuito”, asegura y está convencido de que este proceso es histórico, “porque marcará jurisprudencia a escala mundial y que nunca más un líder use a la fuerza militar, mate en su país y piense que puede ir a Estados Unidos y quedar impune”.

 

Poco después de ese viaje a La Paz, Becker comenzó la carrera de derecho de Harvard, pero en junio del siguiente año retornó a Bolivia para iniciar todo. “Trabajé con Rogelio Mayta, abogado de las víctimas, para explorar las posibilidades. Había una puerta pequeña, ya que Goni no quería volver, de iniciar un proceso civil”.

 

Thomas Becker (der.) es el estadounidense que hace más de diez años atrás empezó a trabajar en el juicio contra Goni. En la imagen, junto a su ex docente y colega Tyler Giannini  | Foto: Marcelo Tedesqui

 

Dos leyes estadounidenses abrían esa posibilidad y presentaron la demanda. Todo comenzó con la gente de Bolivia. Pero un día, desde una cabina telefónica de La Paz, decidió llamar a su profesor en Harvard, Tyler Giannini, quien es codirector del Programa de Derechos Humanos de Harvard. “Él es muy humilde, pero tiene mucha experiencia”.

 

Así es como el caso de Eloy Rojas Mamani y Etelvina Ramos Mamani, que el 20 de septiembre de 2003, perdieron a su hija de ocho años Marlene Nancy Rojas Ramos que fue alcanzada por un disparo en el pecho cuando se asomó a la ventana del dormitorio de su casa en Warisata; conmovió al jurado en el proceso en Fort Lauderdale hasta las lágrimas. Así también impactó profundamente a Tyler, en su primera llegada a Bolivia.

 

Giannini, con quien también conversa EL DEBER, se graduó de la carrera de Derecho en la Universidad de Virginia en 1995 y tuvo la oportunidad de viajar a Asia para atender un caso que también fue histórico porque estaba relacionado con la investigación de un programa de cooperación de EEUU al que se relacionó con una moderna forma de esclavitud para transportar gas.


La corporación utilizó a militares quienes forzaron a los pobladores de esa región a transportar carga. El proceso duró diez años y se logró que quienes habían cometido el abuso, resarcieran a las víctimas. Esta experiencia le permitió a Giannini, al retornar a EEUU, ponerse al frente del programa de Derechos Humanos en Harvard, cuando esta iniciativa comenzó. A él recurrió Becker para encarar el proceso a Goni.

 

Thomas Becker (der.) es el estadounidense que hace más de diez años atrás empezó a trabajar en el juicio contra Goni. En la imagen, junto a su ex docente y colega Tyler Giannini  | Foto: Marcelo Tedesqui

 

Luego se unió el profesor James Cavallaro. Además, se contactó a la ONG del Centro de Derechos Constitucionales, que colaboró con un par de abogados, y al bufete Akim Gump, que han financiado el proceso en distintas proporciones.

 

Los juristas advierten que al menos 100 abogados estadounidenses aportaron a este caso, que también contó con las ideas de estudiantes de Harvard. Dentro de los abogados del Centro de Derechos Constitucionales está Judith Chomsky, que es cuñada de Noam Chomsky, lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense. 

 

Hoy, ese joven rockero, convertido en el principal impulsor del proceso civil contra Goni, tiene el cargo de supervisor del Programa de Derechos Humanos. “Cuando los estudiantes trabajan en un caso son asesorados por Thomas”, explica Tyler.

 

Ambos se han encariñado mucho con Bolivia. “Yo he vivido en Bolivia, estoy acá tres meses, regreso a Estados Unidos, luego retorno. Me encanta este país. Entre 2005 hasta ahora he pasado aquí casi diez años. Es más, ya soy residente boliviano. Es increíble, amo este país”, sentimiento que comparte con su novia, que es “gringa mexicana. Su apellido es Pérez, pero es más blanca que yo, tiene ojos azules, y también ama Bolivia y trabaja en este proceso”, dice Becker.

Thomas Becker (der.) es el estadounidense que hace más de diez años atrás empezó a trabajar en el juicio contra Goni. En la imagen, junto a su ex docente y colega Tyler Giannini  | Foto: Marcelo Tedesqui

Giannini, aunque admite que no habla español, expresa: “Hay gente en mi vida, que escuché la primera vez que vine y nunca olvidaré. Conversaciones que tuve esa primera llegada, en 2007, me marcaron tanto que estarán en mi mente hasta que muera. Creo que por eso mi conexión con Bolivia comenzó entonces y quedará para siempre”.

 

Ambos lloraron el día que se conoció el veredicto del jurado, ambos lloraron el jueves con el recibimiento que les dieron los familiares de las víctimas. Pero no fueron los únicos momentos. “Hubo otros momentos, cuando te sientas, solo, y analizas cómo todo esto afecta a las vidas de esos héroes de octubre, entonces me brotan inevitablemente lágrimas de felicidad, pero también por el recuerdo de cada paso, de lo difícil que ha sido todo esto, confiesa el director del programa.

 

El abogado, que ya es boliviano, por su parte, “no recuerda cuántas veces ha llorado. Tantas historias, hablé con centenares de personas, y todos ellos han sufrido mucho. Perdieron familiares, perdieron una pierna, hay militares que recibieron la orden de matar a su gente, lo que les dejó una experiencia muy terrible. Fue imposible no llorar en este proceso. Estas personas que son una inspiración tan fuerte, que eso llena el corazón”.

 

Y complementa: “Por supuesto, con el veredicto lloré como wawa. Esa noche me tuve que escapar, me quedé solo para llorar. Lo que los héroes han hecho es tan grande que creo que no se entiende aún. Son ellos, no nosotros, es su aporte para cambiar el mundo. Iniciamos con esta locura, persistimos y ya comenzamos a ver resultados”.