El escenario fue la plaza San Francisco. El oficialismo se lució en su poder de convocatoria. Las plataformas alejaron a los políticos y unificaron el discurso

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11 de octubre de 2018, 4:00 AM
11 de octubre de 2018, 4:00 AM

El 10 de octubre, el día que se recordaron los 36 años de la recuperación de la democracia en Bolivia, motivó una pulseada política entre el MAS y las plataformas, agrupaciones y hasta partidos que defienden el respeto al referéndum del 21-F. El escenario fue la plaza San Francisco, donde se produjo el histórico recibimiento de Hernán Siles Zuazo, para asumir la Presidencia tras retornar al país del exilio, en 1982. El oficialismo ganó en número, mientras que los sectores opositores, en la consolidación de un principio que une a todos, el rechazo a la repostulación, y que se convierte en bandera en medio de la campaña electoral que ya arrancó.

El Gobierno movilizó en La Paz a sus movimientos sociales aglutinados en el Conalcam, a sus funcionarios públicos y, de lejos, ganó en número. El presidente Evo Morales encabezó una marcha enorme. Cuando el mandatario llegaba a San Francisco, la cola terminaba de pasar por la zona del cementerio general, al menos a tres kilómetros de allí.

En su recorrido se llenó de abrazos, de fotos y de muestras de aprecio de la gente mientras caminaba. El aparato oficialista se ha construido en más de una década de gestión presidencial y demostró una vez más su enorme capacidad de movilización. Pero a esta altura, el entusiasmo ya no es el mismo. “Habla el presidente y se pueden ir”, le decía un dirigente a cuatro personas que le manifestaban su cansancio. Este hecho se registró a metros de donde estaba el mandatario, y contrastaba con otra escena, protagonizada por una familia que hacía todo el esfuerzo para acercarse y entregar a Morales una bolsita que contenía una foto y un mensaje escrito a mano en un pedazo de papel.

Lo lograron, porque Evo Morales se percató, se levantó de su silla y se acercó al borde del escenario para recibir ese regalo. Don David contó que habían llegado de Guanay, y cuando el periodista se le acercó exclamó: “Evo es nuestro hermano, es el mejor presidente que ha tenido y que tendrá este país”.

Metros más allá, un grupo de personas estaban uniformadas con poleras azules, pero ante la presencia de la grabadora se escabulleron y quedó un varón con un paraguas. Ante la pregunta del periodista: “¿De dónde viene, es de alguna agrupación de militantes?”, simplemente cerró el paraguas para taparse el rostro.

Morales, en su alocución, apeló a la conciencia del pueblo para no volver al pasado, que dijo está encarnado por “emenerristas”, “adenistas”. “Algunos quieren volver, tengo confianza en la conciencia del pueblo, que sabe quiénes nos hicieron mucho daño; cuando un pueblo está unido nada es imposible”, dijo ante la concurrencia que hacía flamear la tricolor y las banderas del Movimiento Al Socialismo (MAS), en señal de respaldo al Gobierno.

Mientras hablaba, los sectores sociales: mineros, gremiales, campesinos, representantes de juntas vecinales se apostaron en la avenida Montes y no se movieron para nada. Al otro lado, en la avenida Mariscal Santa Cruz, otras personas conversaban de cualquier otro tema mientras el mandatario discurseaba. Al terminar, salieron disparados. Se le escuchó decir a uno de ellos: “En un rato nos vemos en el ministerio”.

Ni el anuncio con el que el Gobierno comenzó el día, el del doble aguinaldo, logró debilitar la movilización opositora, que, en comparación con la que se registró tras un paro cívico hace algunos meses y obligó a los dirigentes a cambiar el escenario al atrio de la UMSA, un sitio más pequeño, fue esta vez más numerosa, pero de todas formas no igualó a la del MAS.

Tres sectores la reforzaron: los cocaleros de Yungas, que llegaron de forma masiva; la de la Universidad Mayor de San Andrés, encabezada por el rector y líder del Conade, Waldo Albarracín; y los trabajadores de salud. Todos, enfrentados con el Gobierno por distintos motivos.

Los políticos también irrumpieron en la escena. Sin embargo, ninguno subió al escenario y se mantuvieron entre el público. Al final, todos coincidieron con la resolución del cabildo, que exigió la renuncia de Evo Morales y Álvaro García Linera a su repostulación “inmoral, ilegal, inconstitucional y antidemocrática”, conminó al Tribunal Supremo Electoral a que dictamine que ambos no pueden postularse, exigió la abrogación de la Ley de Organizaciones Políticas, por considerar que favorece al partido de Gobierno, demandó que se establezca una comisión para investigar y sancionar el “saqueo de los recursos públicos” y las muertes de ciudadanos causadas por los aparatos represivos y, finalmente, clamó por la libertad de líderes sindicales y políticos que están procesados judicialmente por defender sus derechos.

Carlos de Mesa, del FRI, aseguró que el presidente debe escuchar el mensaje del pueblo, que le pide que “entienda que no debe insistir en algo que está fuera de la norma”. Poco antes había sido invitado a subir al escenario, pero rechazó esa posibilidad. Samuel Doria Medina ratificó que marchó “por la unidad de los bolivianos”. Incluso Luis Eduardo Siles, quien pugnaría para presentarse a la Presidencia por el MNR, declaró entre banderas rosadas: “Estamos aquí porque el No debe respetarse”. Así, el principio 21-F crece y se consolida como bandera política a un año de las elecciones.

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