Se trata de 'Fabio', un autómata que atendía a clientes en supermercado de Escocia. Algunos de sus compañeros humanos lloraron su despedida

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23 de enero de 2018, 13:46 PM
23 de enero de 2018, 13:46 PM

Mientras muchos temen que los robots puedan ocupar numerosos puestos de trabajo humanos, se produjo el primer despido de un autómata por no atender de manera eficiente y cortés a los clientes en 'Margiotta Food & Wine', un supermercado de Edimburgo, Escocia.

En el primer día todo parecía ir bien: el robot al que bautizaron como Fabio era toda una atracción, y se metió rápidamente a los clientes en el bolsillo saludándolos y pidiéndoles que chocaran la mano. Sin embargo, cuando llegó la hora de ponerse a trabajar quedó patente que este tipo de robots aún tienen bastante que mejorar, según reporta el portal Xataka. 

“¿Dónde puedo encontrar una cerveza?”, le preguntaban, y la respuesta del autómata quedaba desubicada y poco útil: “En la sección de bebidas alcohólicas”.

Y eso cuando entendía lo que le decían, porque también para eso tenía problemas. Al parecer, el ruido de ambiente de la tienda impedía que Fabio entendiese bien lo que le estaban preguntando algunos clientes, por lo que estos tenían que repetirle la pregunta una y otra vez.

 

Fabio, el autómata, fue relegada a una tarea menor que tampoco pudo realizar. Foto: Xataka

Su carrera comenzó desde el inicio con una rápida declinación, como informó el diario británico The Telegraph.

El primer paso fue un descenso de categoría, pues su nueva tarea fue invitar a los clientes a degustar comidas, pero tampoco allí lograba competir con sus colegas humanos.

Mientras que los empleados de carne y hueso podían atraer cerca de 12 clientes en 15 minutos, Fabio apenas lograba acercar a dos.

“Desafortunadamente las prestaciones de Fabio no eran las esperadas”, dijeron al diario los propietarios del establecimiento.

“Las personas lo evitaban”, lo que no pasaba con sus colegas de trabajo, algunos de los cuales lloraron al enterarse del despido de Fabio. Una reacción que sorprendió al propio laboratorio de la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo, que programó al robot.

“El episodio demuestra como siempre que resulta necesario programar a los robots sobre la base de las exigencias del ambiente y de las personas de su lugar de trabajo”, observó el experto en robótica social Filippo Cavallo, de la Escuela Superior Sant’Anna de Pisa.

Se trata de programar los robots de manera de optimizar las prestaciones y prolongar el uso”, dijo Cavallo.