EL DEBER cumple 66 años. El aniversario encuentra al periódico con la madurez necesaria para continuar con los cambios y retos que plantean la digitalización y la diversificación de plataformas

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11 de febrero de 2019, 5:00 AM
11 de febrero de 2019, 5:00 AM

Mediados de los años 60. El hombre que está en camiseta acaba de encender un montón de papeles para ablandar la tinta y en la calle la luz del sol aún no ilumina las veredas. Cuando la sustancia alquitranada está dócil por el calor, se aplica a las planchas.

Con una paciencia de monje, se colocaban los tipos que luego trasladarán las noticias al papel. El hombre en camiseta es Pedro Rivero Mercado, que ha madrugado para impulsar la vieja prensa manual; la máquina estampa rítmicamente las noticias que luego gritará con voz de canillita Sergio Rodríguez, a quien todo el mundo llama ‘Penoco’. Así, a pulso, con sacrificada modestia, EL DEBER salía a las calles plenas de sol. Poco a poco fue llegando la modernización, a la par del crecimiento cruceño.

Los editoriales acompañaban la preocupación por las demandas cívicas y alguna nota mostraba sin ambages la alegría por el primer título nacional de Destroyers, el club de sus amores. El diario enfrentó desafíos y tuvo que modernizarse para responder a la exigencia de los lectores. A mediados de los años 80 el color pobló sus páginas, que ya recibían el aporte de los hijos de Pedro y Rosa Jordán, los fundadores.

La cadena de trabajo es continua. Empieza con la distribución por las mañanas, pero también con la actualización en redes y en la radio

Diseño y cambio

A partir de los años 90 vinieron consultorías que cambiaron el diseño, se enfocaron en los nuevos talentos y se empezó a utilizar internet. Esa plataforma llegó cuando la segunda generación de la familia Rivero ya había adquirido experiencia en el manejo empresarial y en el mundo del periodismo ligado al papel. Todo estaba a punto de cambiar nuevamente.

Capital intangible

“A pesar de lo difícil que significa hoy en día hacer periodismo, EL DEBER ha sabido construir con mucho esfuerzo su principal capital: la credibilidad. No por nada es dos veces ganador del Premio Rey de España, de manos del periodista Roberto Navia, un orgullo para el periodismo nacional y latinoamericano.

El salto tecnológico nos ha permitido llegar a muchos más usuarios de los que podíamos imaginar y eso nos anima a seguir trabajando en beneficio de nuestros lectores. Mientras haya una sociedad que necesite estar informada, EL DEBER seguirá haciendo su mejor esfuerzo para contribuir a su desarrollo”, dice la jefa de Redacción, Cecilia Dorado.

Varios han sido los galardones que recibieron los periodistas por sus reportajes: Premio Nacional de Periodismo, premios de Biodiversidad, Premio Amigos de la Infancia, Premio Nacional de Periodismo Científico.

“Los periódicos no se convierten en espacios de confianza de la población o en los más importantes por algún arte de magia, sino todo lo contrario; construyen piedra a piedra, gota a gota, paso a paso, en el día a día. Esa fue la gran visión de Pedro Rivero Mercado. Logró en todos los principales momentos codearse con equipos de trabajo a la altura del desafío. Eso ha sido realmente extraordinario. Voy a dar un ejemplo: cuando vemos que en el suplemento Brújula aparecen letras cruceñas, un pintor orureño, los premios que se dieron en La Paz y una entrevista con Ricardo Piglia, se nos está haciendo un resumen. Está el país y está también la visión de más largo alcance. No es una visión egocéntrica, concentrada en un espacio inmediato. Ha marcado una línea y es algo especial que sucede en algunos lugares de Santa Cruz”, dice la historiadora Lupe Cajías.

Todo cambia y sigue igual

El papel impreso se complementa ahora con un buscador de internet; muchos lectores, en lugar de recibir el diario en la puerta, encienden la pantalla del celular. La forma ha cambiado, pero la misma urgente pasión con la que se accionaba la vieja prensa sigue palpitando.

Valentina Herrera: Una lectura diaria que la ayuda a mejorar su vocabulario

Valentina Herrera tiene diez años y es una lectora constante de nuestro periódico. Debido a que nació con síndrome de Down, la maestra integradora sugirió emplear algunas estrategias para apoyarla en su aprendizaje. “Ella empezó la terapia del periódico para que vaya ubicándose en el tiempo y en el espacio. Lee todos los días. Empieza por la fecha, luego se comenta de dónde es el periódico EL DEBER”.

Con esos sencillos pasos, Lourdes, mamá de Valentina, comienza a mostrarle a su hija la complejidad del mundo que la rodea. “Todos los días le mando el periódico del día pasado para que ella lea”, cuenta. También, a sugerencia de la maestra integradora de su curso –Valeria está en cuarto básico del colegio Franco–, se abrió una página de Facebook donde habitualmente sube algunas fotos en las que aparece leyendo. Se pueden ver algunos videos en los que repasa las páginas.

La intención de ese espacio en Facebook busca mostrar a otros niños con síndrome de Down que se pueden alcanzar varios logros. Uno de los videos la muestra leyendo la noticia de la llegada a Santa Cruz del Capitán Topa, el personaje de Disney que deslumbra a las niñas de su edad. La mamá de Valentina también recurre a la lectura de cuentos y libros cada noche.

CUENTE SU HISTORIA Y MANDE SELFIS

Quizá su vida ha experimentado algún cambio gracias a las páginas del diario EL DEBER. Puede ser que se haya solucionado un problema en el barrio o que haya encontrado a una persona que buscaba durante mucho tiempo. Es posible que alguna noticia haya contribuido a mejorar algún problema de salud.

Sería estimulante saber que alguna historia inspiró a otros a realizar una iniciativa –ya sea personal o colectiva– que impactó en otras personas. Nos gustaría saberlo. Si colecciona el diario o sus suplementos, cuéntenos. Envíe una selfi o fotografías a través de Facebook o de cualquiera de nuestras redes sociales.

ANÁLISIS | Se van a fortalecer las plataformas

Juan Carlos Rivero, presidente del directorio

El director siempre confió en sus propias fuerzas. Comenzó a escribir para el periódico desde la secundaria y lo hacía con un sello único. Sin habérnoslo dicho, quiso que encontremos nuestro propio camino, que seamos tan genuinos como él. Uno desea que cada uno de sus hijos alce vuelo y persiga sus propios designios.

Eso es lo que él quiso para nosotros. Si bien mi padre se alegró mucho de que todos sus hijos terminaran trabajando en el periódico, reconocía que el periodismo era muy duro y muy ingrato. Exigía sacrificio y correr los riesgos que implica estar siempre conviviendo con el poder de turno.

Todos recordamos cuando mis hermanos tenían que decidir qué estudiar; mis dos hermanos mayores se inclinaron por el periodismo, pero mi padre desaprobó esa respuesta espontánea. No quería eso para nosotros. Influyó mucho el estilo de vida que él tenía. No fue muy difícil que al final todos terminemos atraídos por el periodismo, que es cautivante.

Dentro de algunos años, me imagino a EL DEBER con su misma esencia; el periodismo no cambia, solo cambian las formas de difundir la información, de conectar a las personas. Me lo imagino vigente, tratando de llegar a la verdad y de reflejar lo que sucede en la sociedad y de ser una prenda de confianza para los lectores y un vehículo adecuado para los anunciantes.

EL DEBER estará a la vanguardia en tecnología para brindar siempre un servicio a la comunidad a la que se debe. A corto plazo queremos ampliar la presencia a nivel nacional. Se van a fortalecer todas las plataformas: lo digital, la radio y seguramente televisión. Debe tener presencia en la mayor cantidad de dispositivos y brindar la mayor cantidad de servicios posibles para públicos variados. Apostará por un público masivo, multitarget y por ser versátil y diversificado.