El Gobierno y los parlamentarios minimizaron el impacto de la marcha de protesta. Otros sectores que se sumaron a la movilización de los campesinos quisieron incluir otros puntos en el pliego, pero el rector de la UMSA separó las exigencias

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4 de septiembre de 2018, 4:00 AM
4 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Agotados. Así arribaron ayer los cocaleros de Yungas a La Paz, que llegaron munidos de cinco demandas que plasmaron en un pliego petitorio. El documento fue aprobado en la abarrotada plaza San Francisco, adonde llegó la columna encabezada por menores de edad y las mujeres que fueron precursoras de la caminata desde La Asunta hasta la sede de Gobierno. Su objetivo: exigir -no pedir- la liberación de su líder, Franclin Gutiérrez, preso en la cárcel de San Pedro.

“Exigimos la liberación de Franclin Gutiérrez, el retiro de los efectivos de la FTC y la liberación de todos los detenidos de las organizaciones; pedimos el respeto del fuero sindical para los dirigentes elegidos y detener la persecución política; la abrogación de la Ley de la Coca y que el pueblo boliviano defina en un referéndum qué coca consume; justicia y esclarecimiento para los asesinos de los dos campesinos; finalmente, renuncia y cárcel para Evo Morales y sus ministros que han saqueado al pueblo boliviano”, leyeron en el mitin que organizaron en la histórica plaza San Francisco de La Paz.

Para respaldar la marcha llegaron otros sectores, como la UPEA, los campesinos de Achacachi, los jubilados, la UMSA, las fracciones opositoras de la Fejuve de La Paz y de El Alto y delegados de las plataformas que pidieron una reunión para definir el pliego. Pero después de casi una hora de reunión, el criterio del rector de la UMSA, Waldo Albarracín, cobró fuerza y se decidió aprobar solo el pliego de los campesinos para evitar la dispersión de demandas.

Acto seguido, unas 3.000 personas corearon: “¡Libertad para Franclin!” Y pusieron un plazo fatal para esa exigencia: mañana miércoles. El segundo hombre de Adepcoca, Gregorio Chamizo, explicó que el líder cocalero enfrentará una audiencia de apelación a su detención y debe quedar libre de toda culpa porque no se encontró ninguna responsabilidad en los hechos que le fueron imputados.

Pero el Gobierno, a través del ministro de la Presidencia, Alfredo Rada, descartó atender ese pedido porque dijo que esa demanda debe estar dirigida hacia los administradores de justicia y minimizó la marcha afirmando que eran 500 personas.

Pero los cocaleros están seguros de que su líder está preso por oponerse al Gobierno. En su criterio, fue el mismo Gobierno el que utilizó a la Fiscalía y a los jueces para encarcelar a Franclin Gutiérrez. Asimismo, Chamizo dijo que todo diálogo entre este sector y el Ejecutivo debe estar encabezado por su presidente y que no aceptarán sentarse si no se libera a Franclin Gutiérrez.

El arribo

La respiración agitada y la mirada al cielo, así arrancó la marcha desde la tranca de Urujara, adonde habían llegado la noche anterior. Por estrategia y por las amenazas que recibieron del Gobierno, los marchistas estaban encabezados por niños, luego por mujeres y después recién la columna de varones.

Así, después de ocho días de recorrer 199 kilómetros y pasar más de una veintena de comunidades, las 300 mujeres que salieron el 27 de agosto de La Asunta ingresaron a la sede de Gobierno. En su recorrido desde Urujara hasta el centro de La Paz recibieron el apoyo y solidaridad de la ciudadanía que, entre curiosos y opositores, salió a recibir a los marchistas entregando agua, fruta o comida.

“¡Esto es Bolivia, no Venezuela!”; “¡Evo asesino, Evo asesino!”, coreaban los niños y las mujeres que arrancaron los aplausos de los espectadores, mientras que desde los vehículos de transporte, las bocinas saludaban a los campesinos.

A las 13:30, la marcha llegó al centro paceño y desde los edificios las personas agitaron sus banderas. El episodio recordó un poco lo sucedido en octubre de 2011 cuando los indígenas del Tipnis realizaron el mismo recorrido en medio de la lluvia de papel picado y petardos ensordecedores.

Denuncias

Pero las mujeres relataron que la marcha no solo fue por la erradicación que se inició hace un mes en La Asunta, sino por los constantes abusos que cometen los policías cuando entran a erradicar. Los uniformados acuerdan con dirigentes afines al Gobierno qué cocales deben ser erradicados y de ese modo ingresaron a la zona verde y dejaron los que están en zona roja.