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6 de mayo de 2024, 4:00 AM
6 de mayo de 2024, 4:00 AM

Hernán Terrazas E.

De ida y vuelta. Primero el presidente Luis Arce admitió que el gas se acabó y que el país se quedó sin plata. A las pocas horas, salió su ministro a decir que el mandatario fue malinterpretado, que en realidad quiso decir que, por culpa de las trabas en la Asamblea, no se aprueban créditos que servirían para atender las necesidades más urgentes. Lo que queda, sin embargo, es que la situación económica está cada vez peor.

El informe sobre la cantidad de reservas en oro y divisas correspondiente a abril confirma las malas noticias presidenciales. Si bien las reservas en oro crecieron un poco, las de divisas se redujeron de 165 millones de dólares a 139 millones, con lo que además queda corroborada la más reciente calificación de Moody´s, la consultora que puso a Bolivia en una especie de zona roja económica. Efectivamente la billetera nacional no da para mucho más.

Ni siquiera la anunciada sorpresa de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que llevó a su presidente a decir que muy pronto habrá noticias que cambiarán la estrategia del gas, sirve para cambiar las expectativas. Del mutún al litio, del litio a un supuesto campo gasífero más importante que el de Margarita, la suma de ilusiones y tiempo perdido dejan un rastro de pesimismo ya incurable entre los bolivianos. Peor si se sabe que los mercados no están a la espera de lo que haga Bolivia, sino que ya optaron por otros proveedores más seguros y sin tantos líos.

El problema ahora no son solo los datos, sino el manejo de los mismos. Que un presidente sea el encargado de generar zozobra no es lo habitual, lo que no quiere decir que deba tapar con un dedo el sol de la realidad. Pero algo de prudencia en el mensaje hubiera sido deseable, sin que ello signifique, claro, disimular las cosas a un grado tal que se vuelva a hablar del país blindado y milagroso que supo sortear las dificultades emergentes de la crisis global.

Es evidente que Luis Arce está nervioso. No consigue doblegar a sus adversarios internos en la Asamblea y en la disputa por la candidatura del MAS hacia el 2025 algunas encuestas ubican a Evo Morales unos puntos arriba del presidente. Para colmo de males, la economía, uno de los pocos elementos en el “haber” presidencial pasó a la columna crítica del “debe”, lo que en términos contables significa pérdida.

Para el presidente, gobernar se ha puesto cuesta arriba. Mientras más profunda sea la crisis, menores serán las posibilidades de Arce de ubicarse como una alternativa electoral y hasta es probable que, andando el tiempo, incluso quienes hoy forman parte de su entorno político más cercano comiencen a mirar en otra dirección con tal de salvar la continuidad del proyecto.

En el tiempo que le queda al frente del gobierno Arce debería priorizar la gestión antes que la candidatura, como condición para volver a mirar con relativo optimismo sus aspiraciones electorales. Y es que no se puede decir que uno es un gran capitán de la nave mientras ésta se hunde. Lo que toca es asumir la responsabilidad de evitar el naufragio, aunque ello signifique llegar maltrecho al puerto. Es el dilema del capitán.

 

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